Clásico rioplatense: Es toda una final mundial, olímpica, continental y de barrio

"Cualquiera menos Uruguay", decía Maradona en México'86, "Son duros, son jodidos", añadió en referencia al clásico del Río de La Plata.

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"Cualquiera menos Uruguay", decía Maradona en México'86, "Son duros, son jodidos", añadió en referencia al clásico del Río de La Plata.

Diego Maradona decía hace un cuarto de siglo que quería "mil veces" como rival a Escocia en los octavos de final del Mundial de México'86 y no a Uruguay, selección con la que chocará Argentina el sábado, en la segunda etapa de la Copa América.

"No, no, Uruguay no", expresó 'Pelusa' cuando fue consultado sobre el rival que elegiría para esa fase, después de que Argentina ganó el Grupo A de la primera fase, tres días antes de que uruguayos y escoceses dirimieran el tercer puesto del E.

"Cualquiera menos Uruguay", decía el mejor futbolista de aquel Mundial. "Son duros, son jodidos los uruguayos", añadió, pese a que habían perdido por goleada en el encuentro anterior ante la selección danesa de Preben Elkjaer Larsen por 6-1.

Pero Uruguay y Escocia igualaron a cero en el estadio Neza y una nueva edición del clásico del Río de La Plata debió disputarse en el estadio Cuauhtémoc de Puebla.

Ganó Argentina por 1-0 con el gol que anotó Pedro Pablo Pasculli. Fue el mejor partido de Maradona en aquel Mundial, actuación eclipsada por otras de mayor impacto, como las victorias ante Inglaterra y Bélgica -en ambas anotó dos goles- o la final con Alemania.

El seleccionador celeste, Omar Borrás, dispuso que Rubén Paz sustituyera al defensa Acevedo a los 61 minutos. Los últimos quince se jugaron bajo una lluvia torrencial y el centrocampista surgido en el Peñarol fue una pesadilla para el equipo de Carlos Bilardo.

"Fue el partido más duro que tuvimos", reconoció el jugador que paseó triunfante con la Copa de la FIFA en el estadio Azteca ante 114.000 espectadores, tras haber sido el artífice del segundo título mundial argentino.

Uruguay siempre ha sido un duro rival, durante muchos años el adversario a vencer y también el culpable de profundas amarguras argentinas, como en la final olímpica de Amsterdam 1928 y la final del Mundial de Uruguay 1930, ganadas por los celestes.

En aquellos tiempos se afirmaba que en América se jugaba al fútbol mejor que ningún otro sitio, y en especial en estos dos países.

Tan duro es este duelo como lo demuestra la misma cantidad de títulos obtenidos en la Copa América (catorce), que ambos aspiran ahora a aumentar, y la de trece victorias cada uno y tres empates en los veintinueve partidos disputados entre ambas selecciones en esta competición desde 1916, ocasión en la que igualaron a cero.

Se dice que Montevideo y Buenos Aires son barrios separados por un río ancho y que une a estos países el respeto por sus historias en común: las épicas, las gloriosas y las dolorosas.

Y entre estas últimas el intercambio de figuras de futbolistas brillantes en equipos de ambas costas, de compositores e intérpretes del tango irrepetibles y las desdichas provocadas por dictaduras coincidentes en el tiempo y asociados para el crimen.

Los orientales Severino Varela, Walter Gómez y Enzo Francescoli deslumbraron en Argentina y desde sus costas partieron Atilio García, Rinaldo Martino y Luis Artime para triunfar en Montevideo.

No existe tanta coincidencia futbolera entre dos capitales de la región como estas, al punto de que abrigan la posibilidad de organizar en 2030 el primer Mundial en sociedad en el continente americano.

Pero a la hora señalada, cuando hay que ponerse las camisetas y el árbitro espera para pitar, el fútbol es la única actividad humana que las separa como si se tratara de ciudades de continentes distintos. Entre sus combinados nunca hubo amistosos y se presume que jamás los habrá.

Argentina ganó por 6-1 en la Copa América de 1955 y los uruguayos no descansaron hasta vencer por 5-0 en 1959. En el partido más reciente entre ambas selecciones, los argentinos ganaron por 4-2 en Perú 2004 y los uruguayos creen que esta es la ocasión para sacarse esa espina. 

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