Messi, icono indiscutible del histórico Barça

El astro argentino con la mirada puesta en el que sería su tercer Balón de Oro consecutivo ha alcanzado la madurez futbolística.

El delantero argentino del FC Barcelona, Leo Messi, ante Levante. Foto: EFE
El delantero argentino del FC Barcelona, Leo Messi, ante Levante. Foto: EFE

El astro argentino con la mirada puesta en el que sería su tercer Balón de Oro consecutivo ha alcanzado la madurez futbolística.

Erigido en icono indiscutible de un histórico Barcelona, con unos números que agrandan cada vez más su diminuta figura y con la mirada puesta en el que sería su tercer Balón de Oro consecutivo, la temporada 2010/11 ha constatado que, a sus 23 años, Lionel Messi ha alcanzado la madurez futbolística.

El pasado 3 de mayo, mientras la plantilla azulgrana desataba su euforia sobre el césped del Camp Nou al clasificarse para su segunda final de la Liga de Campeones en tres años, eliminando al Real Madrid, las televisiones captaban la imagen de Pep Guardiola rodeando cariñosamente con sus brazos a la estrella argentina.

Quizá Guardiola sea como esos padres a los que les cuesta aceptar que sus niños hayan crecido. Atrás ha quedado aquella oscura melena adolescente que parecía resguardarle de su timidez natural. Ahora, Messi es el líder de uno de los mejores equipos de todos los tiempos. Leo se ha hecho hombre.

Con esa barba de varios días que empieza a ser habitual, Messi parece querer evidenciar simbólicamente la madurez que le ha llevado a barrer casi todos los récords posibles en el campeonato liguero. De su mano, el Barcelona superó (16) la marca de victorias consecutivas que ostentaba el Real Madrid desde hacía medio siglo.

Otro Madrid, el que actualmente lidera Cristiano Ronaldo, se ha convertido en todo un reto para el argentino. Con 31 goles en 31 partidos, ha conseguido contrarrestar además la sequía anotadora en la recta final de temporada de sus escuderos Pedro y Villa, que juntos suman tantos goles como el rosarino.

Desde que Guardiola apostó por alejarle de la banda derecha, se ha desatado como inesperado y letal 'nueve'. Efectivamente, Messi no es Maradona, sino su evolución, una versión mejorada, más completa.Y si la gesta de sus compañeros Xavi e Iniesta, al coronar por primera vez a España como campeona del Mundo, no fue suficiente para evitar que Messi renovara el Balón de Oro el pasado diciembre, cuenta con buenas posibilidades de alzarlo por tercera vez consecutiva, algo que solo consiguió el francés Michel Platini.

Pero la temporada de Lionel no ha sido la única destacable. El exigente Camp Nou parece haber dado el visto bueno a otros de los jugadores latinoamericanos del equipo, como los recién llegados Javier Mascherano y Adriano Correia.

'El Jefecito' llegó, calló y aprendió. Pese a su papel secundario en el primer tramo de campeonato, Mascherano se ha asentado como uno de los pilares del equipo, consolidado como alternativa a Busquets y clave ante la plaga de lesiones en la defensa en los últimos meses.

Del capitán de la selección argentina quizá muchos esperaban un perro de presa, pero Mascherano se ha destapado como un jugador que también sabe tocar el balón, implicado en la idea de su comandante Guardiola, capaz de adaptarse a cualquier posición y dotado de esa heroicidad y sacrificio que tanto seducen al culé.

Adriano, por su parte, ha sido la gran sorpresa, aupado también por las bajas en la zaga. Al igual que Mascherano, sus inicios fueron testimoniales en el once catalán, debido sobre todo al excelente estado de forma de Abidal y Alves.

Pero en cuanto tuvo oportunidad, este brasileño atípico por su introversión y seriedad se exhibió como una sobria alternativa en el lateral zurdo, especialmente acertado en los últimos duelos contra el Real Madrid y Cristiano Ronaldo.

Su ascensión fue en detrimento de su compatriota Maxwell, cuya temporada ha ido de más a menos. A pesar de sus 23 participaciones en la Liga, las lesiones y su irregular forma física han provocado que Maxwell se fuera alejando de la titularidad en el lateral izquierdo.

El tercer brasileño de la plantilla, Daniel Alves, se ha mantenido como incuestionable referencia en el cuadro de Pep, mejorando incluso las prestaciones defensivas. No obstante, sus exigencias hicieron peligrar su renovación, culebrón que finalmente tuvo un desenlace feliz. De Alves, se espera, habrá cuerda para rato.

Todo lo contrario que el argentino Gabriel Milito, quien parece tener sus horas contadas en el club. Recuperado de una grave lesión, estuvo a punto de regresar al Zaragoza en el mercado invernal, para ganar así minutos de cara a la Copa América. Ahora, otra leve lesión le hará perderse el tramo final y quién sabe si su último tren.

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