Liga de Campeones

El efecto Di María

El centrocampista argentino del Real Madrid, vivió una gran noche europea en la que se reivindicó ante una afición sedienta de héroes como Gareth Bale.

El centrocampista argentino del Real Madrid Ángel Di María celebra su segundo gol, cuarto del equipo, ante el FC Copenhague. Foto: EFE
El centrocampista argentino del Real Madrid Ángel Di María celebra su segundo gol, cuarto del equipo, ante el FC Copenhague. Foto: EFE

El centrocampista argentino del Real Madrid, vivió una gran noche europea en la que se reivindicó ante una afición sedienta de héroes como Gareth Bale.


Ángel Di María, jugador del Real Madrid, vivió ayer una gran noche europea en la que se reivindicó ante una afición sedienta de héroes como Gareth Bale, dueño casi por decreto a golpe de talonario del puesto del argentino, que ante el Copenhague completó un encuentro astral.

Una nueva lesión del futbolista galés en la víspera del choque ante el conjunto danés permitió a Di María disfrutar de más minutos en la titularidad. Bale estaba destinado a ocupar la banda derecha, a pie cambiado, como últimamente lo ha hecho el internacional albiceleste desde que comenzó el curso.

Pero sin Bale sobre el césped, Di María hizo un partido descomunal. Demostró que puede ser titular en un club que este verano le abrió una puerta de salida que él se negó a cruzar. Su excompañero Mesut Özil sí lo hizo, no luchó por quedarse y, aunque triunfa en el Arsenal, nunca se resolverá la incógnita sobre si hubiese triunfado en el Real Madrid.

Esa fue siempre la intención de Di María, triunfar en el conjunto blanco aunque cada vez le pongan más obstáculos. "El Fideo" se podría haber ido y se quedó a base de trabajo. Luego ficharon a Bale y siguió a lo suyo, dando siempre ese sudor que Pepe reclamó a Karim Benzema durante el duelo ante el Atlético de Madrid.

Y ayer explotó. Después de participar en todos los partidos de Liga, en los que sumó 450 minutos repartidos en siete encuentros, y de completar todo el choque frente al Galatasaray en la Liga de Campeones, Di María subió un escalón más en su trayectoria futbolística del presente curso.

El Copenhague sufrió a un jugador eléctrico, inquieto, con desborde, mágico y con olfato de gol. Apoyado en un buen Cristiano Ronaldo, en el arquitecto Luka Modric y en la alegría de Marcelo Vieira, Di María ofreció un repertorio descomunal.

Tardó en enchufarse al partido, pero poco a poco hizo olvidar al esperado Bale. En la primera parte aportó esa lucha que tanto gusta en el Bernabéu, para en la segunda completar 45 minutos con un gran despliegue efectista que hizo las delicias del público madridista.

Comenzó con su exhibición en el segundo gol de Cristiano Ronaldo. Tras una pared con Benzema, asistió al portugués con una "rabona" espectacular. Su pie izquierdo es como una mano, pero el derecho es de plomo. Por eso, en décimas de segundo, decidió cruzar su pierna por detrás para utilizar un recurso muy vistoso que pocos son capaces de hacer.

"Me siento con más confianza con una rabona que con la derecha. Sabía que Cristiano siempre llega al primera palo y por suerte salió bien. Terminó en gol", comentó después del encuentro.

Su espectáculo siguió en el minuto 71, con una cabalgada que culminó con un disparo desde fuera del área que acabó en la red de la portería del Copenhague. Fue su primer gol del curso en ocho partidos, pero no iba a ser el último.

Cuando el encuentro agonizaba hizo el segundo, con un tiro certero que dio la gloria al argentino, sediento de galones y de un reconocimiento que ayer logró. Mientras, otros, como Gareth Bale, aún lo ansían. El "efecto" Di María silenció la ausencia del galés. Juan José Lahuerta. EFE

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