Por: EFE • Futbolargentino.com

El Atlético de Madrid sufrió para vencer a Osasuna, pero acaricia el título de LaLiga Santander

Fiel a su estilo, el Atlético de Madrid pasó más de un susto para derrota como local al Osasuna.

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Atlético de Madrid quedó muy cerca de campeonar en España. Foto: EFE
Atlético de Madrid quedó muy cerca de campeonar en España. Foto: EFE

Fiel a su estilo, el Atlético de Madrid pasó más de un susto para derrota como local al Osasuna.

EFE. Cuando sentía que LaLiga se le escapaba de forma invariable, por detrás en el marcador ante Osasuna con un gol de Ante Budimir en el minuto 76, tras una cantidad increíble de ocasiones falladas por Luis Suárez, el Atlético de Madrid resurgió para remontar, sostenerse en el liderato y depender de sí mismo para ser campeón, con el 1-1 de Renan Lodi y el 2-1 del ariete uruguayo.

Al borde del minuto 88, todo cambió para el conjunto rojiblanco y para la apretada pugna por el título: recibió Yannick Carrasco en el área, regateó, centró y encontró a Luis Suárez, que se rehizo con el 2-1, con el gol que puede valer una Liga, con el gol que rescató al Atlético del precipicio, con el gol que mantiene todo como está, junto al triunfo por 0-1 del Real Madrid frente al Athletic Club.

Al límite, el '9' uruguayo se quitó la camiseta, la rabia y la frustración acumulada instante a instante, ocasión a ocasión, fallo a fallo, durante todo el encuentro, sobre todo en el primer tiempo, en una sucesión de paradas del guardameta o postes que transformaron el partido en una lucha constante del Atlético de Madrid contra sí mismo.

Porque es increíble, tan extraño, que Luis Suárez falle tanto como falló en la primera mitad. Incomparable el goleador con todo lo que ha dado al equipo este curso, con la pegada que ha demostrado casi siempre, el Osasuna sobrevivió a la primera ofensiva del Atlético, alentado desde fuera del estadio por un millar de aficionados a los que se escuchaba dentro, insistente, ambicioso...

Por dos causas. Primero, porque el goleador tremendo que es Luis Suárez expresó entonces de forma nítida su peor racha del curso; después, porque Sergio Herrera, el portero del Osasuna, se cruzó en las pretensiones goleadores del Atlético, hábil en cada lance que exigió su intervención, al principio siempre frente al uruguayo.

No acertó ninguna el delantero. Ni en un rechace de Correa que le propuso solo ante el guardameta, que repelió su tiro con el exterior del pie derecho con los reflejos de su mano izquierda; ni en un pase sensacional de Carrasco, con una respuesta magnífica de Herrera; ni en el envío a su desmarque de Saúl ni, sobre todo, con todo a favor, cuando Correa le regaló un gol que no lo fue por el poste izquierdo.

Tuvo tiempo para controlarla, para acomodarla y para rematar Luis Suárez, que la ajustó tanto que el palo escupió su remate, entre la oposición de dos defensas -uno de ellos lanzándose al suelo a la desesperada- y el portero, expectantes, quizá hasta superados, a merced del remate que fuera a elegir Luis Suárez, que perdonó otra.

Todo en 22 minutos, que desprendieron de forma visible que no hay términos medios para este Atlético de Madrid, que jugó todo el rato en campo rival, que monopolizó la pelota, que ejerció la presión que quería, que disputó el partido que había diseñado, que dominó con insistencia... Y que se marchó al intermedio con un 0-0.

Aún falló otra Luis Suárez, frustrado sin acierto; aún Herrera se cruzó a un tiro de Correa; aún el Osasuna despejó como pudo otra de Koke, aún el Atlético irrumpió unas cuantas veces más en el área de su rival, un territorio que también era suyo; aún Savic surgió en su defensa para impedir el único ataque relevante de su oponente y aún el poste despejó un amenazante lanzamiento más distante de Saúl.

Cumplido el primer tiempo, hay pocos encuentros con una superioridad tan evidente de un rival y con empate sin goles en el marcador. A esa hora, también igualaban al descanso sus dos rivales directos por la Liga: el Real Madrid, en Bilbao; el Barcelona, en el Camp Nou contra el Celta. Nadie ejercía presión sobre nadie.

La cuestión es cómo iba a afectar al Atlético de Madrid tal sensación, que por mucho que había hecho no había servido para nada, sólo para un empate que hoy por hoy no vale para nada, pendiente del segundo tiempo, pendiente de su capacidad para repetir toda la proposición anterior, con la complejidad que tiene generar tantas oportunidades.

No las tuvo en el comienzo del segundo tiempo, más espeso y menos desbordante, más embarullado. Y cuando marcó, por medio de Savic en un centro de Trippier, allá por el minuto 58, o de Carrasco, en el 66, lo hizo en fuera de juego, para persistir el 0-0, para sostener un desafío cada vez más estresante del Atlético de Madrid -más aún cuando el Real Madrid marcó el 0-1 en San Mamés-, al que se rebelaba una y otra vez Correa, de nuevo sin tino frente a Sergio Herrera.

Sólo una, nada más, una ocasión, en cambio, necesitó el Osasuna, que aprovechó la única opción que tuvo hasta entonces en ataque, con un certero cabezazo de Ante Budimir, que Oblak despejó unos milímetros dentro, para poner contra las cuerdas al Atlético, que resurgió cuando peor lo tenía, contra todas las circunstancias, con el fenomenal pase de Joao Félix y el 1-1 de Renan Lodi a nueve minutos del final y con el 2-1 de Luis Suárez. Si vale la Liga lo determinará la última jornada. Aún necesita ganar en Valladolid.