El fútbol llega a la Feria en la mirada de tres escritores argentinos

Como tema literario y de pasión personal, hizo su aparición en la Feria del Libro de Fráncfort en las miradas de los escritores argentinos Sergio Olguín, Eduardo Sacheri y Juan Sasturain.

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Como tema literario y de pasión personal, hizo su aparición en la Feria del Libro de Fráncfort en las miradas de los escritores argentinos Sergio Olguín, Eduardo Sacheri y Juan Sasturain.

El fútbol, como tema literario y de pasión personal, hizo su aparición en la Feria del Libro de Fráncfort en las miradas de los escritores argentinos Sergio Olguín, Eduardo Sacheri y Juan Sasturain.

"Tal vez esta mesa redonda se hace porque los alemanes son un poco sádicos y querían ver a tres argentinos hablando de fútbol", dijo Olguín entre protestas del público sudamericano que pedía que no se recordara el 4-0 que sufrió la albiceleste ante Alemania en el pasado Mundial.

"Si el país invitado hubiera sido España tal vez no hubiesen querido que se hablara de fútbol", agregó.

En todo caso, los tres escritores son tres ejemplos -hay otros muchos fuera de Argentina- de que entre el fútbol y la literatura puede haber relaciones fructíferas.

Olguín, autor de, entre otras novelas, "El equipo de los sueños" que gira alrededor de un objeto sagrado como es la primera pelota con la que jugó Maradona, aseguró que para él había un cronista deportivo, Oswaldo Ardizone, que había sido clave en su formación literaria.

"Las crónicas que hacía me emocionaban", dijo Olguín que explicó que había leído a Ardizone en su adolescencia, cuando las lecturas juveniles que antes lo había nutrido -entre los que estaban los previsibles Emilio Salgari y Julio Verne- había dejado de satisfacerlo.

"En ese periodo de transición, Ardizone me devolvió la emoción que había sentido antes leyendo a Salgari y a Verne y que más tarde como adulto sentiría con otros autores", agregó.

Sasturain -autor de un reportaje titulado "Lionel Messi, autor del Quijote"- recordó que sólo en los últimos años se había abierto verdaderamente en Argentina la posibilidad de que hubiera una literatura relacionada con el fútbol. Había precursores, como Roberto Fontanarrosa y Oswaldo Soriano, pero, dijo "fue en el noventa cuando hubo una eclosión".

La explicación, según Sasturain, es que en un momento se empezó a reflexionar acerca de que la cultura, y con ello la literatura, no se debía limitar a lo que se consideraba el ámbito de las bellas artes y las bellas letras sino incluía otras prácticas y el fútbol era una de ellas.

Sacheri considera que el momento de eclosión de la literatura que aborda el tema futbolístico en la Argentina se dio en los años noventa y coincidió con los años del menemismo que clausuraron una serie de debates y principios en el país.

"La literatura sobre fútbol fue uno de los mecanismos por los que algunos escritores buscamos rescatar algo de lo bueno que había tenido todo lo que estaba cerrando", dijo Sacheri.

En todo caso, los tres escritores sostuvieron que el fútbol como tema literario es muchas veces un pretexto y un punto de partida para hablar de otras cosas.

"El fútbol es un espacio de reflexión que permite todo tipo de consideraciones", dijo Sasturain.

Se puede abordar el fútbol desde la perspectiva del negocio, desde la perspectiva de la pasión del hincha o desde el dramatismo de lo que ocurre en la cancha.

"Todo partido es una historia y hay que escoger el punto de vista desde el cual contarla. Se puede contar desde el punto de vista del héroe o del equipo derrotado, desde el punto de vista de lo que pudo haber sido un partido y no fue", dijo Sasturain que también ha hecho crónicas deportivas.

El tiempo en que los intelectuales detestaban el fútbol -o pretendían detestarlo- parece haber pasado. Ya no se considera desde la izquierda solamente como una forma de alienación o, desde la derecha, como, dijo Sasturaín "una cosa de negros".

La alusión al fútbol como "cosa de negros" hizo saltar la pregunta acerca de si no habría una relación con esa "otra cosa de negros" que hubo en Argentina que fue el peronismo histórico.

Detrás del auditorio, había cuatro vitrinas. Una dedicada a Eva Perón, otras al Ché Guevara, otra a Gardel y otra a Diego Maradona quien, según dijo Sergio Olguín con cierta ironía, es "el dios que siempre vuelve".

"Los judíos llevan milenios esperando el mesías y los cristianos 2.000 años a que vuelva. Maradona en cambio está regresando siempre", dijo Olguín.

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