Once contra once y Alemania gana otra vez

El viejo dicho popular de que el fútbol es un deporte de once contra once en el que siempre gana Alemania, renació en Maracaná, donde recuperó el trono mundial tras su memorable triunfo ante Argentina con el gol de Mario Gotze.   

Once contra once y Alemania gana otra vez. Foto: EFE
Once contra once y Alemania gana otra vez. Foto: EFE

El viejo dicho popular de que el fútbol es un deporte de once contra once en el que siempre gana Alemania, renació en Maracaná, donde recuperó el trono mundial tras su memorable triunfo ante Argentina con el gol de Mario Gotze.   

Casi siempre ha ganado el combinado germano en Brasil 2014. Echó el cierre a su participación con seis victorias de siete partidos y solo un empate, en la segunda jornada de la fase de grupos, ante Ghana (2-2). En el resto, siempre ganó Alemania.

La conquista de la tierra prohibida ha convertido al bloque alemán en el primer europeo capaz de vencer en América. Este cuatro título mundial termina con la travesía por el desierto que ha padecido el fútbol alemán a nivel de selección. Y ha respaldado, por fin, a su preparador, Joachim Low, ahogado en la orilla de tantos y tantos grandes torneos hasta que Brasil recompensó su filosofía.

Brasil ha enterrado la sequía germana. El primer gran título del siglo XXI ha llegado en el país del fútbol, para erigir a Alemania, flamante tetracampeona, como la gran amenaza en cuanto títulos, de Brasil, que le aventaja ahora en solo uno.

Alemania, el equipo que sonrojó al anfitrión, el artífice del Mineirazo, segunda versión, acentuada, del Maracanazo, con el 7-1 en Belo Horizonte, ha restaurado su historia con el éxito alcanzado en Brasil

El triunfo refuerza la filosofía de Joachim Low. Casi ocho años después de su nombramiento como responsable de la selección después de ejercer de asistente de Jurgen Klinsmann, el fútbol le dio la razón.

La firme apuesta y el empeño por imponer el gusto por la pelota, de mantener propuestas como la establecida por España o, previamente, también por Holanda, terminó por cuajar en un fútbol empeñado en hacer de la rudeza, la fuerza y la intensidad sus principales armas de batalla.

Alemania no ganaba un gran título desde que Berti Vogts logró la Eurocopa de Inglaterra 1996. A partir de entonces todo fueron fiascos para este equipo, que estuvo a punto de la gloria en Corea y Japón 2002 de la mano de Rudi Voeller.

Low fue la solución tras los sinsabores de Klinsmann, con el que compartió banco. La Federación Alemana apostó por el actual preparador en julio del 2006. Fue finalista en la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, cuando perdió con España, con la que se topó dos años más tarde, en las semifinales de Sudáfrica 2010.

De nuevo en Europa, en Ucrania y Polonia 2012, se estancó en las semifinales. En esta ocasión superado por Italia.

El buen juego, las extraordinarias sensaciones y los éxitos de los clubes alemanes en las competiciones del Viejo Continente no encontraron respaldo en la selección. La opinión pública dio síntomas de contemplar el proyecto como agotado. Sin trofeos. Y aunque estaba confirmado hasta el 2016, Brasil 2014 sonó como una de las últimas ocasiones para Low y de una generación de futbolistas envidiable.

Ahora la maquinaria alemana ha funcionado. Tal y como ha esperado Joachim Low. Llegó como favorita y terminó como campeona del Mundo.

Ha ido de menos a más Alemania, que encontró casi la perfección en la semifinal ante Brasil. Transitó por la fase de grupos con autoridad, liderada por el acierto de Thomas Muller. Goleó a su teórico máximo rival, Portugal y Cristiano Ronaldo. Se impuso con facilidad.

Su peor versión la ofreció contra Ghana, con la que no pasó del empate. Y sufrió contra Estados Unidos, a la que ganó con poca solvencia gracias a otro goleador del jugador del Bayern Múnich.

Superó el momento clave en el cruce de octavos, contra Argelia. Un rival aparentemente menor que se le subió a las barbas. El equipo de Low necesitó la prórroga. Pero salió airoso y reforzado. Supuso un punto de inflexión.

Dejó en el camino a Francia, la más elogiada del Mundial hasta ese momento, y sonrojó en semifinales a Brasil. En la final asumió la condición de favorito. Se estrelló ante el orden argentino. Ante el ímpetu de Leo Messi. Pero sobrevivió en el tiempo extra, antes de los penaltis, con el histórico gol de Mario Gotze, que días atrás cedió su condición de titular indiscutible.

Low erigió de nuevo a Alemania en potencia. En el amo del fútbol mundial. La gran generación de talento, sostenida por el potencial de Bayern, plasmó su dominio en Brasil. En plena madurez, aún con futuro, Alemania dejó el lastre en el Mundial 2014. Advierte ahora nuevos tiempos. Tiempos de conquista. EFE   

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