MESSI

Messi quiere poner su apellido a este Barça

El astro argentino siempre se ha destacado en todo el tiempo que lleva en el FC Barcelona, cada día que pasa sigue logrando hazañas.

El delantero argentino del FC Barcelona Leo Messi celebra tras marcar el segundo gol ante el Bayern de Munich. Foto: EFE
El delantero argentino del FC Barcelona Leo Messi celebra tras marcar el segundo gol ante el Bayern de Munich. Foto: EFE

El astro argentino siempre se ha destacado en todo el tiempo que lleva en el FC Barcelona, cada día que pasa sigue logrando hazañas.

En el pasado fue el 'Dream Team' de Johan Cruyff y no hace tanto se hablaba del Barça de Pep Guardiola, pero ahora Leo Messi anda dispuesto a apropiarse del apellido de este Barça, que aspira por segunda vez en su historia al triplete.

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Después de la decepcionante temporada pasada, en la que todo le salió mal a Messi con Argentina y con el Barça del Tata Martino, y de la depresión de la anterior, a raíz del fallecimiento de Tito Vilanova, Leo se ha reinventado en muy poco tiempo.

Este es el Barça de Messi, aunque el entrenador sea Luis Enrique, un técnico con carácter y que, más que reconducir una complicada situación tras la derrota en Anoeta, la destitución de Andoni Zubizarreta y los rumores sobre su mala relación con la estrella, ha sabido convivir con todo ello.

A la hora de la verdad el mérito del técnico es haber extraído lo mejor de cada uno de sus jugadores. A todo ello sumarle una excepcional preparación física a cargo de Rafel Pol, un preparador de 28 años, que ha permitido al Barça llegar a la hora de la verdad en la mejor condición, sin lesiones y con todo el abanico de posibilidades de títulos abiertos.

Pol, un mallorquín nacido en Campanet, lleva ya tres cursos en la elite del fútbol. Lo integró Luis Enrique en su aventura en Roma, continuó en Vigo y ahora dirige con éxito la preparación física en el Barça.

Pero volvamos a San Sebastián, escenario de la última derrota del equipo. Desde entonces han pasado cuatro meses y el equipo no ha hecho nada más que crecer. Aquel día se desató la tormenta que está a punto de convertirse en perfecta.

Messi regresó con permiso del club más tarde que el resto después de las vacaciones de Navidad. No jugó de salida y eso molestó a Leo, acostumbrado a jugar siempre y bajo cualquier circunstancia.

Recordemos, perdió el Barça, se destapó un desencuentro entre el técnico y la estrella -"no se hablan, su relación es puramente profesional", se llegó a publicar-, el presidente Josep Maria Bartomeu destituyó a Zubizarreta y convocó elecciones para finales de temporada, una fecha que hasta ahora se desconoce.

Desde principios de año, los azulgrana han jugado 29 partidos, Messi solo se ha perdido uno -la vuelta copera ante el Elche-. En ese periodo, el Barça ha ganado 27 encuentros, ha cedido una derrota (0-1 en casa ante el Málaga) y un empate (2-2 en Sevilla).

El equipo va como un tiro y se sustenta en la contundencia de su tripleta de delanteros. Entre los tres han marcado ya 111 goles en lo que llevamos de temporada y han aparecido en todos y cada uno de los grandes partidos, ante el Real Madrid, el Bayern, el Manchester City o el Paris Saint Germain.

A diferencia de en otros cursos, el equipo está más compensado. Las desconexiones de Messi, que se han producido, ya no son irreparables para el equipo. Durante muchos años, él fue quien impulsó al equipo, ahora el equipo empuja a Leo para que éste vuelva a ser lo que era.

Messi se reivindica y Luis Enrique sonríe. Nadie sabe nada sobre el futuro del técnico cuando faltan cinco o seis partidos para cerrar el telón de la temporada y con unas elecciones a la vuelta de la esquina.

Leo también sonríe. Vuelve a ser el centro de todo, ha sido padre y su mujer, Antonella Roccuzzo, espera un hermano para Thiago. El diez del Barça ejerce de líder en el campo y hasta se deja ver en la sala de prensa dos años después de su última comparecencia.

Y sigue marcando y fabrica goles para la posteridad como el segundo que marcó ayer ante el Bayern de Múnich. Leo se siente feliz y el equipo sigue ganando, mientras él sigue estrenando tatuajes en su cuerpo, el último un rosetón de la basílica de la Sagrada Familia, que acompañan una flor de loto, un mapa de Sudámerica y un rosario con la forma de la ciudad de Rosario, donde nació.

Leo también lleva tatuado un reloj en el brazo, un motivo que le recuerda continuamente el paso del tiempo y seguramente que es hora de que a este equipo se le conozca de una vez por todas como el Barça de Messi. Francisco Ávila. EFE

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