La noble causa de la ONG Fútbol Con Corazón con los pibes de Panamá

Fútbol Con Corazón, es una ONG que busca acabar con la exclusión social en Panamá. Esto lo hace, rescantando a pibes de los lugares más marginados del país y los ayudan que a través del fútbol se integren más a la sociedad.

Futbolargentino.com
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Fútbol Con Corazón, es una ONG que busca acabar con la exclusión social en Panamá. Esto lo hace, rescantando a pibes de los lugares más marginados del país y los ayudan que a través del fútbol se integren más a la sociedad.

En una destartalada y semiabandonada cancha del casco antiguo de la capital panameña, un puñado de niños y adolescentes en riesgo social se disputan semanalmente unos peculiares partidos de fútbol en los que no siempre gana aquel que marca más goles.

Jaime -un adolescente del olvidado barrio de Veracruz, a las afueras de la ciudad- cuenta que el equipo vencedor, además de anotar tantos, tiene que cumplir con los máximos "acuerdos de convivencia" posibles.

"Una de nuestras reglas principales es que el primer gol en los partidos mixtos lo tiene que meter una chica, si no, no vale", explica este joven panameño que viste una camiseta con la palabra "respeto" inscrita en la espalda y al que se le ha cambiado el nombre en esta nota por motivos de seguridad.

La igualdad de género y el empoderamiento de la mujer son dos de los principios que la ONG Fútbol Con Corazón (FCC) trata de inculcarles a estos chicos, que provienen de zonas marginales donde rige la ley del más fuerte y en muchos de los cuales las políticas públicas brillan por su ausencia.

"En los barrios más humildes de Latinoamérica, los niños tienen mucho tiempo libre, lo que les hace vulnerables a gran cantidad de riesgos, como embarazos, abusos, violaciones, pandillerismo o microtráfico de drogas", dice Samuel Azout, presidente de esta asociación que nació en 2008 en Barranquilla (Colombia) y que llegó a Panamá hace apenas un año.

Billy (nombre ficticio) perdió a su padre cuando todavía era un niño en un tiroteo entre bandas rivales. Hoy, con 16 años, tiene muy claro que no quiere seguir ni el camino de su padre ni el que desgraciadamente han tomado muchos de su compañeros de escuela en El Chorrillo, una barriada popular contigua al renovado y turístico casco antiguo de Panamá.

Este risueño adolescente revela orgulloso que otra de las reglas que priman en los partidos es que hay que ayudar al contrario a levantarse cuando se cae al suelo, y que está prohibido mentir si se ha cometido una falta.

"El fútbol puede sacar lo peor de uno mismo, el ejemplo son los hooligans (jóvenes revoltosos), pero también tiene grandes posibilidades pedagógicas. En una cancha se viven todos los sentimientos humanos: la angustia, el júbilo, la frustración... Es una gran oportunidad para enseñar valores y aprender a gestionar emociones", afirma Azout.

La ONU declaró en 2015 el 6 de abril como el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz e instó a los países a incluir en sus políticas públicas no solo el deporte de alto rendimiento, sino también el deporte como herramienta de cambio social.

Su poder, apunta Azout, es especialmente transformador en países como Panamá, que reciben poca cooperación internacional porque están consideradas naciones de renta media y que sin embargo adolecen de unas desigualdades "ofensivas".

Aunque Panamá lleva varios años siendo uno de los grandes motores regionales, con un crecimiento medio del 6 por ciento y un PIB per cápita superior a los 13.000 dólares, el país tiene prominentes tasas de pobreza, principalmente entre la población indígena y afrodescendiente.

"La pobreza enquistada y transgeneracional se convierte en eso que se llama desesperanza adquirida. Nosotros tratamos de romper ese círculo y de cubrir los espacios que los Estados no son capaces de llenar", añade.

Desde 2008, Fútbol Con Corazón (FCC) ha asistido a más de 20.000 niños en Colombia, Panamá, Argentina y Ecuador, y ha conseguido que muchos de ellos se conviertan luego en promotores de este método pedagógico.

Es el caso de Idanys Fontalvo, una colombiana de Barranquilla, que ingresó en el programa con 12 años y que hoy pilota los entrenamientos de la ONG en el casco panameño.

"Necesito devolver a la sociedad todo lo que he aprendido", reconoce antes de alinear a sus chicos y de pitar el inicio del partido.

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